Soy una abogada de 27 años. Me vi obligada a irme de mi país por la situación médica que atravesaba. Tenía la esperanza de que podría ser atendida en otro sitio sin tantas dificultades. Ya forman parte de mí los recuerdos de mi viaje, la desazón al salir de mi país y la incertidumbre de mi primera noche en un hostal de Madrid.
He pasado mucha angustia, mucho miedo pero, a pesar de todo, puedo asegurar que soy una mujer feliz. Sufro leucemia mieloide crónica, que en España tiene una atención y tratamientos relativamente sencillos, pero que en Venezuela se convertían en una odisea por el desabastecimiento de medicinas y la dificultad de recibir una atención médica adecuada.
En España recuperé mi salud. Renuncié a mi profesión para trabajar de cajera y poder ahorrar dinero con el que ayudar a mi familia a venir para que mi padre también pudiese recibir su tratamiento médico. Él no recibía la diálisis con la regularidad que necesitaba y pasó momentos agónicos. Después de unos meses he conseguido que vengan, a pesar de lo desafiante que era el viaje para ellos por la situación de mi padre y porque la frontera con Colombia se encontraba cerrada. Por fin estamos todos juntos y bien atendidos.
He tenido mucha suerte. Ojalá no hubiésemos tenido que irnos, pero no había más remedio. No sé si podremos volver a Venezuela porque el desastre y la destrucción son tan grandes que se me hace difícil imaginar que se pueda reconstruir algún día. En este camino hemos encontrado a personas maravillosas que nos han acogido y cuidado mucho. Ahora, al tener salud, trabajo y a mi familia cerca, soy consciente de lo privilegiada y afortunada que soy.
He tenido la suerte de conocer muchas ‘Isleys’ en los últimos años. Venezolanas de todas las edades que hacen lo increíble por sobrevivir, por alimentar a sus hijos o por medicar a sus padres. La dignidad de los venezolanos junto a su pena infinita. La miseria total sobre un mar de petróleo. El aplastamiento ante la esperanza. Y todo ello en un idioma español perfecto. Mejor que el tuyo y el mío. No tenemos derecho a olvidar lo que está pasando en Venezuela con millones de ‘Isleys’