Tetiana es una mujer menuda. Cualquiera podría confundirse y ver en ella a un ser frágil. Su historia rápidamente desmiente esa sensación: salió de Ucrania con un niño pequeño y llegó a un país en el que no conocía a nadie y cuyo idioma no hablaba. Tuve la suerte de conocerla con motivo del Día Mundial del Refugiado. Llevaba poco tiempo en nuestro país pero ya casi dominaba el español. Incluso había empezado a ejercer como traductora
Me llamo Tetiana, tengo 33 años y dejé Ucrania porque quería que mi hijo, Sasha, tuviese una vida mejor. Allí es muy difícil que un niño con síndrome de Down esté integrado en el colegio, con amigos, e incluso que pueda trabajar y ser independiente.
Mi ex marido, el padre de mi hijo, nos lo hizo pasar muy mal a los dos desde su nacimiento, fue un infierno. Todo empeoró cuando le retiraron la custodia en mi favor. El temor a su reacción y a sus represalias me empujó a huir y venir a España, un país en el que sabía que mi hijo podría tener garantías, un país donde podía ser querido y buscar un futuro que en Ucrania nunca sería posible.
Al llegar, pedí asilo y entré en el programa de solicitantes de protección internacional. Al principio todo me parecía complicado, desde la diferencia cultural hasta el idioma, pero la acogida que nos dieron en CESAL nos hizo sentir en casa.
Con el tiempo, el idioma pasó de ser un problema a un talento que desconocía. Aprendí español muy rápido e incluso ayudaba a las personas que llegaban nuevas a comunicarse, lo que me ha hecho pensar en mi vocación laboral como traductora.
Lo más importante para mí ha sido el paso que hemos dado: del miedo a la esperanza, de la exclusión a la acogida. Estoy feliz de ver a mi hijo con sus amigos y estoy ilusionada con las perspectivas de nuestra vida aquí.
Se emocionaba al recordar el cambio que ha pegado Sasha. Tiene Síndrome de Down pero ella no siente que en España su hijo vaya a sufrir una infancia tan dura como la que le esperaba en Ucrania. Ahora Tetiana y Sasha tienen una nueva vida gracias a la ONG CESAL. Y gracias a su esfuerzo y convencimiento de que ambos merecían una segunda oportunidad